Separados, estaban destinados a vivir separados. Por Tierra, cada paso estaba obstaculizado por piedras que hacían que cayeran una y otra vez, sin poder seguir creando el camino. Por mar, el Agua les impedía avanzar a causa de las olas. El mar de dudas en el que estaban sumergidos, los empezó a ahogar.
Pero un día se abrió una ventana, dejando entrar un soplo de Aire, aire fresco que volvía a unir sus presentes. En aquel momento, resurgió el Fuego. Las brasas que nunca llegaron a apagarse volvieron a arder, llevándose por delante las cenizas del pasado.
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