15 de mayo, hay convocada una manifestación en protesta de la situación actual. Comparto sus reclamos. Pero lo que pensé que era una simple manifestación, no lo era. Algunos decidieron acampar, pasar de las meras palabras a algo más. Las conversaciones de los bares en los que intentábamos cambiar al mundo se reunieron en plazas. Los enfados se convirtieron en slogans ingeniosos, la rabia se volvió creativa.

Mai y Pablo, más participativos que yo en el movimiento, me contagiaron su energía y emoción, sobre todo cuando estuvimos en la acampada de Donosti. Me ilusionó ver lo que estaba pasando, los jóvenes habíamos despertado. Ya era hora. Pero no era sólo cosa de jóvenes, había personas de todas las edades, colores y pensamientos. Y aunque fuéramos diferentes, las cosas que nos unían eran más fuertes. Pero hubo algo que me creó un sentimiento entre pena y rabia. ¿Dónde estaba la gente que semanas antes estuvo por las calles luchando por su derecho de ser representados en las elecciones? ¿Había dejado de ser ya el sistema antidemocrático? Pero bueno, todavía falta mucho para romper la barrera del partidismo en Euskal Herria.

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